Se despertó chillando, fuera había una tormenta, seguro que la había despertado un trueno. Clara encendió la luz de la mesita i miró a su alrededor, observando cada rincón, con los ojos bien abiertos. Quería levantarse para mirar por la ventana, le encantaba ver caer la lluvia, pero no se atrevía a salir de la cama. Siempre había tenido miedo, lo que peor llevaba era la oscuridad.
Su madre le había comprado un aceite esencial, el cual inhalaba cada vez que se inquietaba por alguno de sus miedos, mientras se infundía unas palabras de ánimo. -Clara, tu puedes! Así que decidió enfrentarse a la situación, inhaló un poco de la mezcla de aceites esenciales, Valor, para reunir fuerzas, se repitió varias veces que era valiente, que podía hacerlo y se levantó. Empezó a andar lentamente hacia la ventana, fijándose en cada rincón de su habitación llena de muñecos a lo Toy Story y de motivos infantiles.
Apartó la cortina con la mano y no pudo evitar abrir la boca al ver que no había ni una nube, que no caía ni una gota y que el cielo estaba estrellado. Pero ¿cómo era posible?, ¿de donde vendría el ruido?, estaba casi segura de que la había despertado un trueno.
Se acercó de nuevo a la cama, cogió la botella y bebió un poco de agua. A pesar de sentirse algo temerosa, decidió seguir los consejos de su madre respecto a sus miedos y continuar durmiendo. Se tumbó, se tapó con el nórdico y se abrazó a su muñequito Peludín, a sus 7 años, le seguía encantando su peluche.
Cerró la luz y empezó a pensar en los juegos que le había enseñado aquella misma mañana, su amigo Lucas. Y cuando parecía que empezaba a relajarse y la respiración se hacía más lenta, de nuevo escuchó el estruendo y pegó un salto del susto.
Se tapó hasta la nariz, abriendo los ojos a ver si podía distinguir algo entre las sombras, el ruido se repitió y empezó a sudar cual pollo a la brasa. ¿Que podía hacer?
Aguantó unos minutos, parecía que el ruido había remitido, pero Clara daba vueltas en la cama, estaba empapada en sudor i tenía pis. Llamó tímidamente a su madre, repitió mamá de nuevo con un tono más alto, pero ésta no venía. Debía estar muy cansada, recordaba que le había dicho que se acostaría tarde ya que le esperaban unas cuantas horas de ordenador. A su padre no lo despertaría ni una apisonadora, así que no intentó llamarlo.
Clara decidió levantarse, eran las dos de la mañana y le quedaban unas cuantas horas por delante. Se destapó y notó un escalofrío por el cambio de temperatura, se puso las zapatillas y cogió a Peludín abrazándolo con todas sus fuerzas y empezó a caminar.
Iba encendiendo las luces a su paso, hasta que llegó a la puerta del baño, se sentó en el inodoro y sintió un gran alivio, ya que estaba a punto de hacerse pis encima. Se lavó las manos y bebió un poco de agua. Justo cuando se estaba secando las manos, el estruendo se repitió, parecía un sonido animal, como un rugido. Estaba aterrorizada!
Salió del baño despacio, esperando oír de nuevo el sonido. No se creía lo que estaba haciendo, andar sola por la casa en plena noche, con el miedo que tenía. Y de pronto el rugido volvió a tronar, estaba segura de que venía de la habitación de sus padres. ¿Estarían en peligro? que horror!!
Avanzó rápidamente, de camino abrió el armario del pasillo y cogió lo primero que encontró para defenderse, el palo de la aspiradora. Volvió a oir el rugido, más fuerte, más atronador, estaba casi segura de que era un animal salvaje, ¿se habría colado por la ventana?
Respiró hondo y entró corriendo en la habitación de sus padres, se acercó hacia el bramido y le asestó un golpe con todas sus fuerzas. Su padre profirió un grito ensordecedor de dolor, su madre empezó a chillar histérica repitiendo la palabra “ladroneesss” de forma continua mientras saltaba en la cama, y Clara fue corriendo y pulsó el interruptor de la luz.
Se giró y el cuadro que vio la dejó muda. Su padre se estaba quejando de dolor en el costado y su madre estaba agarrada a él como una lapa sin saber muy bien que había pasado. Sus caras eran un poema mientras la miraban desconcertados.
Cuando la situación se aclaró, su mamá, le puso un poco de Lavanda y Siempreviva en la cintura a papá y acompañó a la pequeña a su cama. La arropó, la tranquilizó y le dio un beso de buenas noches. Clara se relajó y empezó a dormir, tantas emociones la habían dejado agotada.
La mamá cerró la puerta y para evitar más sorpresas, al llegar a su habitación, puso en el difusor de Young Living , unas gotas de Stress Away y RC. Para calmar los ronquidos de su escandaloso marido, que ya estaba durmiendo como un tronco con serenata incluida.
Valor: ayuda a vencer el miedo y la oposición en los momentos de adversidad y aplicado en el dedo gordo del pie, mejora los ronquidos.
RC: descongestiona las fosas nasales favoreciendo una respiración más fluida.
Menta: abre las vias respiratorias.
Stress Away: relaja y desestresa.